Detrás de un Cáncer de Mama siempre hay un conflicto emocional, y os preguntareis cómo una médico especialista en la prevención, seguimiento y tratamiento del Cáncer de Mama, os puede hablar de este tema.

Pues bien, si recordamos hace unos 50 años, esta patología era muy rara. Lógicamente existía, pero no afectaba a 1 de cada 8 mujeres, tal como ocurre en la actualidad. ¿Qué es lo que nos está pasando?

Cuando me refiero a las emociones, quiero decir la ansiedad, el stress, todas esas emociones negativas que no sabemos digerir, o que no podemos superar, y nos acompañan en el día a día de nuestra actividad laboral o con nuestra familia, no siendo capaces de liberarnos de ellas tan fácilmente.

Este impacto que tienen en nuestro organismo, es el comienzo de una alteración que, si se prolonga, puede agravarse. Como siempre he comentado y comento en mi consulta, nuestro organismo es perfecto y somos nosotros los que día a día lo llenamos de imperfecciones. Atacándolo con las comidas rápidas, los tóxicos en los alimentos, la contaminación ambiental, los tóxicos que nos ponemos en la ropa, en la piel, etc.

Nuestro organismo siempre intenta llegar al equilibrio ante todas las enfermedades: la fiebre, catarros, dolores de cabeza, tras una larga carga laboral. Siempre se traducen en lo mismo, nuestro organismo necesita un descanso para intentar volver al equilibrio. Se debe compensar y llegar otra vez a la Eubiosis.

Son estas emociones las que tienen un impacto en nosotros, nos desgastan, consumen nuestros recursos, incluso el oxígeno, que es el alimento de la célula. Lo malgastamos con respiraciones cortas y frecuentes, con el stress y la ansiedad, con el miedo y no dejamos que nuestras células se alimenten correctamente. Tampoco pueden depurarse, es decir, nos desnutrimos y nos ensuciamos (normalmente el espacio extracelular).

Esas emociones negativas nos debilitan y nos dejan indefensos ante dichas agresiones. En cualquier otro momento, no nos afectaría de esta forma tan destructiva, pues es aquí, cuando estamos más débiles y forzando nuestro organismo, bajando sus defensas.

No estamos permitiendo que nuestro cuerpo luche ante todos los errores o mutaciones que se producen en nuestro organismo (porque siempre hay errores en la codificación del ADN, pero lo relevante no es que los haya, sino que los reparemos). Nuestro organismo está tan cansado que no se da cuenta de ellos, y no tiene suficiente energía para detectarlos ni para la apoptosis (la muerte celular programada de aquellos errores que se detectan). Por ello, esas células erróneas y mutadas proliferan poco a poco dando lugar a tumores o a enfermedades, ya más cronificadas.

Debemos escuchar a nuestro cuerpo, porque también necesitamos descansar, física y mentalmente. Tenemos que digerir esas emociones negativas que nos pueden llevar a la enfermedad. No debemos dejar que nos desgasten.

Nuestra alimentación en la actualidad es deficitaria porque ya casi ni masticamos. La digestión empieza en la boca, haciendo que el bolo alimenticio se empape de la enzima amilasa, y que al estómago llegue una papilla bien mezclada. Aún así, el estómago siempre se lleva la mayor parte del trabajo, por eso, todos los medicamentos que nos bajen las condiciones fisiológicas, ya sea del pH del estómago (antiácidos) o que nos alteren nuestro peristaltismo, aumentarán todos los problemas intestinales, y con ello de la microbiota intestinal. Esta tiene la gran capacidad de hacer llegar la inmunidad, absorber correctamente nuestra fuente de energía (alimento) y desechar lo que no nos ayuda o nos hace daño o simplemente no necesitamos.

La enfermedad siempre comienza con una emoción que consigue tener un impacto en nuestro organismo manteniéndose en el tiempo. En el Cáncer de Mama, las relaciones con la pareja, problemas con el hogar, problemas con los hijos o problemas con algún familiar querido, son los impactos emocionales difíciles de digerir para una mujer, los que se encuentran, en su mayoría, detrás de esta enfermedad. Con ello no digo que sea la emoción la que genere la enfermedad, sino que son sus consecuencias y progresivo debilitamiento de nuestro organismo, por el desgaste que conllevan.

Vamos minando poco a poco nuestros sistemas de ayuda. No dejando que nuestras células activen los sistemas de defensa porque hemos debilitamos y consumimos nuestros recursos. No consiste en pensar que nuestros recursos son la grasa, es diferente. Son los micronutrientes el alimento final de la célula: los aminoácidos esenciales, los ácidos grasos o los hidratos de carbono.

Tenemos que intentar tener una correcta alimentación. No reside en comer todos los días ensalada, sino en no contaminarnos con colorantes, aditivos o productos industriales que nuestro gran laboratorio (el hígado) no va a poder reconocer y va necesitar un sobreesfuerzo para eliminarnos o aislarlos para que no nos hagan daño.

Todos los tóxicos que no podemos eliminar, el organismo los va a acumular en el lugar que menos nos perjudique, en el tejido graso. Sí, es en la grasa donde se acumulan todos los tóxicos que no podemos eliminar. Por ello, cuanta más cantidad de grasa, más tóxicos tendremos. Esta es la razón por la cual el animal más contaminado probablemente del mundo, es la ballena y todos los peces grandes.

Otro tema que tenemos en la actualidad, es que no hay tumor sin un déficit de vitaminaD. No tiene porque ser muy bajo, pero normalmente siempre le acompaña una escasez detrás. Ahora sabemos mejor, que es parte fundamental de nuestra inmunidad, y aunque vivamos en un área Mediterránea, en nuestro país existen problemas deficitarios de esta vitamina.

Son los países del Norte los que más acusan su falta de presencia, pero los que antes se adelantan a las consecuencias empleando con tratamientos paliativos. Nosotros no los usamos de manera habitual, pero es algo que tenemos que empezar a valorar en nuestras pacientes.

Por ello, concluyo con una clara reflexión. Intenta nutrirte, intenta descargar el estrés, deja descasar tu mente y libérate de las cargas emocionales. La vida es un camino difícil lleno de obstáculos, pero cada día que pasa, nos hacemos más fuertes. Cada lección aprendida, nos ayuda a superar barreras. No podemos bajar la guardia ante la adversidad, ésta nos debilita, nos mina las defensas, nos hace cometer errores en nuestro metabolismo.

Es tan importante la actividad como el descanso. Nuestro cuerpo necesita tomarse un tiempo para equilibrarse, y lo mejor para activar nuestra inmunidad es el poder descansar, y sobre todo reparar. Dos procesos que son nocturnos. Nuestro sueño debe ser sagrado y profundo, no alterado. Ello nos ayudará a continuar y mantener nuestra barrera defensiva en las mejores condiciones para no caer en la enfermedad.

Mi mejor consejo es “escucha tu cuerpo”. Si estás cansada tomate un descanso, si tienes hambre come, si te duele algo reposa, y si tu cabeza no puedes más, libérala de cargas mentales. El descaso nos traerá la paz y la tranquilidad que nos defienden de la ansiedad y el stress, los grandes responsables de la epidemia de enfermedades de nuestro siglo.

Alexandra Henríquez