El cuerpo de la mujer, por sus características anatómicas, está completamente preparado para la gestación de otro ser humano en su útero y para su alumbramiento a través del canal vaginal. Sin embargo, es completamente normal que durante un parto natural se presente dolor intenso, que en ciertos casos por condiciones especiales en el cuerpo de la mujer se vuelve insoportable y es necesario recurrir a medios que permitan reducir tal dolor. Estos medios incluyen la preparación previa al parto, el control de la respiración y técnicas de relajación, los que resultan efectivos para tener una mayor tolerancia al dolor, pero en caso de que no resulten suficientes se puede recurrir a la aplicación de la epidural, un tipo de anestesia que se aplica en el espacio epidural para bloquear las señales nerviosas de dolor.
Si desean conocer más acerca de esta alternativa para tener un parto sin dolor, los invitamos a que continúen leyendo, pues en esta publicación presentaremos información clave sobre este tipo de anestesia.
La epidural es utilizada en diversos campos de la medicina por su función analgésica, es decir, de alivio del dolor. Aplicada en el parto natural, la epidural cumple la función de aliviar el dolor producido por las contracciones y es considerada una técnica invasiva, por lo que si se está contemplando solicitarla durante el parto conviene saber cómo se aplica y cuáles son los efectos que ocasiona. La razón por la que está catalogada dentro de las técnicas invasivas para el alivio del dolor, es el método por el que se coloca, ya que se tiene que acceder al espacio entre las vértebras lumbares, llamado espacio epidural, para introducir un catéter largo a través del cual de manera continua se introduce poco a poco la medicación a la madre en trabajo de parto.
La epidural también se puede aplicar durante el parto por cesárea, y las características específicas de su aplicación varían según el tipo de parto del que se trate. En los partos naturales se recomienda aplicar la epidural cuando se presentan al menos entre tres y cuatro centímetros de dilatación, es decir cuando el parto ya se encuentra en curso. Además de la dilatación, esto se determina según la frecuencia de las contracciones, las que deben ser rítmicas e intensas -presentándose al menos tres cada diez minutos-, y el estado del cuello uterino, el que deberá haberse borrado a la mitad. La razón por la que se indica la aplicación del analgésico cuando el parto se encuentre en curso es porque la medicación puede ocasionar algunas interferencias en el proceso; entre más tarde se aplique la epidural, menos interferencias causará, pero también es necesario considerar que debido a que la analgesia tarda en hacer efecto, no conviene aplicarla cuando el parto se encuentre muy avanzado, es decir cuando hay entre ocho y nueve centímetros de dilatación, ya que para el momento en que haga efecto, la madre ya estará comenzando la fase expulsiva.
Como ya mencionamos, para decidir si aplicarse o no la epidural es necesario considerar los riesgos que implica, a los que se hace referencia como efectos secundarios. Esto es algo completamente normal y ocurre con cualquier otro tipo de procedimiento invasivo, y nuestra mejor recomendación es que en el último trimestre del embarazo decidan con ayuda de su ginecólogo el tipo de parto que resulte más conveniente, ya sea parto por cesárea o parto natural con o sin epidural. Los efectos secundarios de la analgesia se clasifican en efectos relacionados con la técnica, con su interferencia en el parto y con relación a la lactancia.
En efectos secundarios relacionados a la técnica encontramos la punción accidental de la duramadre al intentar acceder al espacio epidural. La médula ósea y las raíces nerviosas se encuentran cubiertas por la duramadre, una membrana que cuando se pincha puede derramar líquido cefalorraquídeo que provoca dolor de cabeza intenso; si esto llega a ocurrir, es necesario mantener a la madre en posición horizontal durante los primeros días después del parto, por lo que se presentan dificultades de amamantamiento. Otro posible efecto secundario es la hipotensión arterial, y para reducir los riesgos de que se presente se canaliza una gran cantidad de líquidos vía venosa antes de aplicar la epidural. El riesgo de infección en el lugar donde se realiza la punción también se contempla dentro de los posibles efectos secundarios, y aunque resulta muy extraño que ocurra, puede provocar una meningitis. Finalmente el dolor en la zona de punción después del parto es un efecto secundario de la epidural relacionado con la técnica.
En efectos secundarios con relación a su interferencia durante el parto encontramos la disminución de las contracciones, si bien esto no ocurre siempre, un gran número de mujeres presenta con regular frecuencia un enlentecimiento e incluso la suspensión de las contracciones, por lo que en el proceso se tienen que aplicar técnicas como la rotura de la bolsa o la perfusión de oxitocina sintética para estimular las contracciones uterinas.
Las alteraciones en la frecuencia cardíaca del bebé son otro riesgo de la epidural, que se encuentra vinculado con la hipotensión arterial de la madre. Cuando la tensión arterial baja, el bebé recibe menos oxígeno y si además se administra oxitocina, la frecuencia cardíaca puede sufrir alteraciones severas. Otro efecto secundario de la epidural es la malposición del bebé, ocasionada por la disminución de la movilidad de la madre, lo que dificulta la salida por el canal de parto y hace necesario emplear instrumentos especiales para asistir al bebé a encontrar el camino. Por todo lo anterior, el tiempo expulsivo se vuelve más largo, incrementando la probabilidad de recurrir a una cesárea.
Además de los anteriores, la administración de la analgesia puede provocar que el bebé deje de recibir endorfinas y experimente un nacimiento doloroso, esto debido a que la supresión de señales nerviosas de dolor en la madre evita que su cuerpo segregue endorfinas, que son hormonas consideradas como un analgésico natural. En cuanto a la madre, puede experimentar una fiebre intraparto, que se considera peligroso porque implica también un incremento en la temperatura del bebé.
Los efectos secundarios con relación a la lactancia incluyen el edema de las mamas que dificulta el agarre y los movimientos en las primeras horas. La falta de endorfinas en el calostro es otro efecto secundario, por lo que el bebé puede tener dolor, en especial si en su nacimiento se ha tenido que emplear instrumental para asistirlo. Además por la administración de fármacos, algunos bebés pueden mantenerse aletargados durante varios días, lo que impide que coma con suficiente frecuencia, lo que a su vez genera riesgos derivados de la falta de alimento.
Esperamos que esta información les sea de utilidad para tomar una decisión entre tener un parto natural o por cesárea con o sin epidural. Recuerden que consultar a un especialista que pueda orientarlos en la toma de este tipo de decisiones es fundamental, y nuestro equipo de ginecólogos está dispuesto a brindarles la atención que merecen. Para agendar una cita pónganse en contacto con nosotros, con gusto los atenderemos.