Soy ginecóloga y obstetra, especialista en senología y patología mamaria y en oncología ginecológica, con una visión del embarazo y del parto cada vez menos intervencionista. Mi experiencia profesional y personal me ha enseñado que la mejor manera de ayudar es intentar seguir el gran lema del padre de la medicina Hipócrates: “primun non nocere” (lo primero es no hacer daño).

Me considero mejor obstetra desde que parí a mis dos hijos. Cuando estuve al otro lado de la mesa, siendo yo la paciente. Saber que es parir, me enseñó a ayudar mucho mejor a las embarazadas, porque al pasar por el parto, sin epidural, sé exactamente que se siente en cada momento, es una lección más de vida.

Y, ¿por qué me especialicé en oncología y patología de mama?, es una de las preguntas que más me hacen. En esta sociedad, la connotación siempre es negativa cuando las pacientes tienen un proceso tumoral, y lo que hay que intentar es todo lo contrario, pasar por el proceso con fuerza y positivismo. Es importante operar siguiendo unos patrones estéticos, que posteriormente no se cree un trauma en la mujer, hay que dar apoyo psicológico y debemos ayudar al organismo a depurar. Un órgano enfermo es un órgano sobrecargado, ya sea de tóxicos externos o internos, debemos ayudar a eliminarlos para que los tratamientos sean más eficaces y el organismo se recupere mejor. Por eso, me dedico a esta parte, que es dura, difícil, y emocionalmente más agotadora, pero creo, que con mi granito de arena, ayudo a mis pacientes a sobrellevar la enfermedad un poquito mejor.

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